Su génesis es curiosa: el nombre real de Zot es Zach (Zachary), y tiene una vida medianamente normal con su padre, madre y amo de llaves robot, que un día se van y ya no regresan (que se fueron a por tabaco, vaya). Él se queda con Peabody (su robot mayordomo, una especie de Alfred) y comienza a visitar con frecuencia a su excéntrico tío Max. En su compañía se dedica a la lectura y a su adiestramiento físico y militar. Es tras ser capaz de vencer a una máquina incontrolada que toma la decisión de convertirse en superhéroe, tomando el nombre de Zot. Él mismo diseña y cose su propio traje mientras que su tío se encarga de los gadgets.
Hasta aquí, parece un planteamiento muy común, pero todo cambia gracias a un portal dimensional por el que viaja a nuestra Tierra y conoce a Jenny, con la que comienza una relación. En este punto se establece uno de los puntos más curiosos de la historia: el contraste entre los puntos de vista de Zot y Jenny. Zot es exasperantemente optimista, siempre ve el lado positivo de las cosas, mientras que Jenny es mucho más pragmática, más realista, y ve el mundo de él como una manera de escapar de su anodina vida y sus problemas cotidianos. Ella es una adolescente normal, desilusionada del mundo. Ella y él son las dos caras de una misma moneda, la pareja perfecta. Pero Jenny le guarda cierto rencor, pues siempre le pide escaparse y trasladarse a su mundo idílico, pero él –en su optimismo- se niega porque piensa que nuestra Tierra no es tan mala como ella piensa.
Pero Jenny no es la única ‘sidekick’ de Zot, también hace migas con Woody, un amigo de Jenny que también está enamorado de ella. Y tiene que aguantar también a Butch (Horton Weaver), el hermano de Jenny (el cuñado, vaya). Al que, por cierto, transforman en mono en cierto momento.
Este tomo en tapa dura de 576 páginas llama la atención por su trama costumbrista, que hace de todas las situaciones en las que se ven atrapados nuestros protagonistas algo simple, casi cotidiano, sin grandes alardes pero con todos los tópicos del cómic superheroico más clásico. Además, supone un homenaje a toda una generación en el que este autor, analista y ensayista que es Scott McCloud busca llegar al corazón del aficionado. ¡Y vaya si lo consigue!
Además, esta edición es una oportunidad de oro para todos aquellos que, en su momento, pasaron de esta obra por su aspecto “indie”, podrán hacerse ahora con él tras darse cuenta de su valor tanto como obra, como en cuanto a compendio de guiños al género en todos sus aspectos: selección de planos, líneas cinéticas, diálogos, arquetipos de los ‘malos’… Cada viñeta es un homenaje a alguna situación concreta dentro del universo del cómic, y muchas de las escenas os sonarán a muchas situaciones de los grandes clásicos del género.
Sin embargo, he echado de menos los diez primeros números que se realizaron en color en su momento, con Zot luciendo su uniforme rojo con un rayo amarillo en el pecho a semejanza de Shazam. Probablemente no hayan sido incluidas porque el mismo Scott McCloud las considera historias ramplonas, simples, de mero aprendizaje hasta que el héroe pudo empezar a volar solo.
Además, este tomo recopilatorio incluye un tesoro para los amantes de los clásicos: cada número incluido en el volumen va precedido de un pequeño dossier con un comentario del autor, la explicación de algunos aspectos del guión y situaciones representadas y las portadas del número original.
Sumemos, además, un completo prólogo de 11 páginas en el que se explican minuciosamente las circunstancias en las que “Zot!” fue creado y con qué intenciones. Y un epílogo de tres páginas explicando lo que hay después de esta obra, y lo que supuso para el autor.
Una joya para el verano, verdaderamente, una obra que, pese a no ser una gran conocida para el público, se hizo con varios premios: el Jack Kirby a la Mejor Nueva Serie de 1985, cuatro nominaciones para los Eisner en 1988, dos para los Harvey en 1991, el premio Squiddle a mejor Webcómic para su edición digital en el año 2000… Un cómic diferente, atractivo, y que se lle con placer gracias a sus atractivas y falsamente simples tramas, que son capaces de dejar poso en el lector con muy poca cosa.
Ademas, su división que sigue los números originales permite su lectura serial, poco a poco. Así que si eres de los que se asustan ante los “tomos gordos”, no le tengas miedo a “Zot!”. No es necesario devorarlo de una sentada.
No quería terminar esta reseña sin profundizar un poco en un aspecto que cité al principio de esta reseña: la influencia del manga, sobre todo de la obra del maestro Tezuka, visible sobre todo en el peculiar uso de las líneas cinéticas y de la influencia de la ciencia-ficción que nos recuerda a “Astroboy”.
Una perspectiva diferente que trata temas más intimistas, más cotidianos y alejados de las típicas aventuras del típico héroe con los calzoncillos por fuera… Y es eso lo que convierte a esta obra en un cómic independiente en el que tienen cabida hasta las pequeñas historias de los secundarios, y en el que el conjunto adquiere un resultado maduro y complejo.
Os invito, pues, a descubrir a Zot, una obra maestra del maestro del análisis de la semiótica del cómic , Scott McCloud. ¿Te gustan los superhéroes? Da igual. Es un cómic atípico, de desarrollo original que os enganchará. Ya lo veréis.
Un título que no ha de faltar en la estantería del aficionado al cómic. Una pieza histórica de las que trasciende el tiempo. Os gustará.